¿Cómo se clasifican los asteroides?

Los asteroides se clasifican principalmente según su tamaño, tipo de órbita y composición.

Los más grandes pueden medir unos 500 km, son ligeramente esféricos y similar a planetas menores, mientras que los más pequeños pueden medir tan solo una decena de metros y ser de forma irregular, como una papa.

Composición fotográfica a escala con ocho asteroides visitados por sondas espaciales. Vesta con 520 km y el pequeño Itokawa con solo 500 metros.

Podemos conocer indicios de su composición por medio de estudios espectrales a partir de la luz reflejada en ellos, lo que permite clasificarlos. El 75% de ellos son bastante oscuros, con un albedo menor al 0,04% están formados principalmente de carbono. Otro 17% de ellos son ligeramente brillantes, con un albedo de 0,14% contienen metales y están formados principalmente por silicio. También existen asteroides un poco más brillantes, ricos en níquel y hierro, y otros aún más oscuros.

Los asteroides cercanos a la Tierra se les denomina NEA (por el acrónimo Asteroides próximos a la Tierra, en inglés). Se conocen miles de estos de hasta los 2 km de diámetro y por lo menos 1.000 que miden unos 32 km de diámetro.

Órbitas de los principales grupos de asteroides cercanos a la Tierra (NEAs)

Si un NEA se aproxima a menos de 0,05 UA, unos 7 millones y medio de km (casi 20 veces la distancia Tierra-Luna) se le denomina PHA (asteroide potencialmente peligroso). Si bien se conocen unos 800 de estos en la actualidad, al ser objetos tan pequeños y con datos orbitales incompletos, su margen de error es considerablemente alto.

 

Misiones espaciales en la actualidad.

La sonda Galileo, mientras se dirigía a Júpiter, tomó las primeras fotografías del asteroide Gaspra en octubre de 1991. Luego en marzo de 1993 repitió la hazaña con Ida, donde descubrió su satélite, Dáctilo.

Fotografía del asteroide Gaspra. (18 km Ø) / Sonda Galileo. Junio 1992.

Fotografía del asteroide Ida (59 km Ø) y su satélite Dáctilo. (1,4 km Ø) / Sonda Galileo. Agosto 1993.

 

La primera sonda dedicada a la exploración de un asteroide fue la NEAR Shoemaker de la NASA, la que sobrevoló en junio de 1997 al asteroide 253 Mathilde para luego orbitar alrededor del asteroide 433 Eros en febrero de 2000, para finalmente aterrizar en este un año más tarde, en febrero de 2001.

Sobrevuelo del asteroide Mathilde y detalle de su cráter Karoo, con 33,4 km Ø. / Junio 1997.

Rotación del asteroide Eros (5 hr) a 200 km de altitud. / 3 y 4 dic 2000. 

En tiempos actuales podemos mencionar a la sonda Hayabusa, de la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial, cuando en junio de 2010 trajo a la Tierra material de asteroide Itokawa. La NASA también aporta con la misión de la sonda Dawn, lanzada en septiembre de 2007 para orbitar Vesta en julio de 2011 y luego Ceres en marzo de 2015, obteniendo espectaculares fotografías hasta noviembre de 2018.

Asteroide Itokawa, de unos 530 m de largo. / Septiembre 2005.

Rotación completa del asteroide Vesta (5 horas) / Agosto 2011.

Tras el éxito de la Hayabusa, la Agencia Japonesa envía en diciembre de 2014 la sonda Hayabusa 2 con la misión de recoger muestras del asteroide Ryugu, un cuerpo rico en carbono. En 2018 la sonda llega al asteroide y despliega dos rovers en su superficie. Luego, en febrero de 2019, aterriza en su superficie para tomar muestras con la misión de traerlas de regreso a la Tierra en diciembre de 2020.

Asteroide Ryugu, de solo 0,9 km Ø. (junio 2018)

Toma de muestras desde la superficie del asteroide Ryugu. / 11 de julio de 2019.

Sin ánimo de quedarse atrás, la NASA lanza en septiembre de 2016 la sonda OSIRIS-REx con el objetivo de alcanzar el asteroide Bennu, consiguiéndolo en diciembre de 2018. Esta misión espera extraer muestras de su superficie en octubre de 2020 y regresar a la Tierra para septiembre de 2023.

Rotación del asteroide Bennu (4 horas y 18 min) a una distancia de 80 km. Benuu pose un tamaño de solo 500 metros Ø. / Diciembre 2018.