Los cometas son cuerpos celestes hechos principalmente por hielo, polvo y rocas, que orbitan alrededor del Sol en trayectorias elípticas muy excéntricas, parabólicas o hiperbólicas. En promedio poseen un tamaño de unos 10 km de diámetro, tan grande como una montaña.
El cometa 67P visto desde la sonda espacial Rosetta el 19 de septiembre de 2014.
Existen cometas periódicos que nos visitan regularmente, denominados estos con la letra P. El más famoso de ellos es el cometa 1P/Halley, el primer cometa periódico en ser descubierto, y que fue pronosticado su aparición por primera vez para 1758.
Fotografía del cometa Halley en marzo de 1986. Créditos NASA.
También podemos mencionar otros cometas periódicos importantes, como el 2P/Encke que nos visita cada 3,3 años, el 8P/Tuttle con un periodo de 13,61 años que nos visitará el 2021 o el 9P/Tempel 1 con un periodo de 5,52 años, entre otros.
Animación del cometa 2P/Encke interactuando con una eyección de masa coronal del Sol que «arranca su cola». Créditos NASA.
Es común descubrir también cometas no periódicos, o de periodos orbitales extremadamente largos, denominados con la letra C. Aquellos poseen órbitas abiertas o muy hiperbólicas, por lo que no se sabe con seguridad su regreso. En estos últimos meses se hizo popular en cometa C/2020 F3 Neowise, que pasó por su punto más cercano al Sol, su perihelio, a principios de junio de 2020.
Cometa C/2020 F3 Neowise capturado por el astronauta Ruso Ivan Vagner desde la Estación Espacial Internacional en julio de 2020.
Vale la pena mencionar también los cometas desaparecidos, clasificados con la letra D. Es el caso de D/1993 F2 Shoemaker-Levy 9 que impactó contra el planeta Júpiter a mediados de julio de 1994.
Imagen con los fragmentos del SL9 (previo al impacto contra Júpiter) obtenida por el Telescopio espacial Hubble el 17 de mayo de 1994.
Al ser objetos tan pequeños y opacos es común descubrir cometas a unas 3 UA del Sol, una región llamada “línea de congelación” en donde los hielos que componen mayoritariamente los cometas comienzan a interactuar con el viento solar, sublimándose para generar primero una coma y luego su característica cola o cabellera.
Cometa C/2019 Y4 (ATLAS) obtenida el 14 de marzo de 2020, cuando se encontraba a unas 2 ua del Sol. Se ha desarrollado una coma y una pequeña cola cometaria. Créditos Martín Gembec.
Se cree que los cometas de corta periodicidad, como el Halley que nos visita cada 67 años, provienen del Cinturón de Kuiper, un disco circunestelar a una distancia de entre unos 30 a 55 UA, con cientos de objetos y donde también se ubican varios planetas enanos, entre ellos Plutón.
Objetos del Cinturón de Kuiper conocidos hasta la fecha (en azul). También se marcan los planetas exteriores Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.
En cambio los cometas de larga periodicidad se sospecha provienen de la Nube de Oort, una hipotética región que envuelve al Sistema Solar con un radio de 1 año luz de distancia. Al ser una estructura tan lejana y oscura jamás se ha podido observar, siendo los cometas con órbitas elípticas abiertas o muy alargadas la única prueba de su existencia.
Hipotética estructura de la Nube de Oort que envuelve al Sistema Solar y se cree posee un radio de hasta 1 año luz de distancia.
Mención aparte merece el cometa C/2012 S1 ISON, descubierto en septiembre de 2012 y que en su momento fue anunciado como el cometa del siglo debido a que se pronosticaba que brillaría intensamente en el cielo en diciembre de 2013. Un mes antes, cuando alcanzó su punto más cercano al Sol, el cometa se fragmentó y desintegró completamente.
Secuencia de desintegración del cometa C/2012 S1 ISON obtenida por los satélites STEREO de la NASA. 28-29 de noviembre de 2011.
Es importante el estudio de los cometas y sus características físicas debido a que su origen se remonta a los inicios del Sistema Solar, ofreciéndonos una idea de la composición inicial de nuestro planeta e incluso sobre algunas moléculas complejas que posiblemente ayudaron a la formación de la vida en la Tierra.
Representación artística de la formación del Sistema Solar. Créditos NASA.